
I
Los días miércoles y jueves y viernes llegué a las 11:00 de la noche a la residencia donde vivo. El miércoles, porque estuve hospitalizado todo el día en la clínica La Florida, debido a una infección intestinal, una disentería (es decir, estaba recagón). El día jueves, fue porque fuí al cine a ver por segunda vez Avatar, pero esta vez en 3-D, en la función de las 8:10 p.m. El viernes, porque salí del curso de ITIL en la torre Humboldt las 9:30 y tuve que esperar el metrobus, los taxis están muy caros. Debido a esta circunstancia que para cualquier otra persona pasaría por debajo de la mesa, ya un hijoeputa que vive en el edificio (no puedo decir si en el apartamento de arriba o en el de abajo), esta hablando huevonadas y mierda sobre mi. Y es que siempre ha sido así: nunca puedo hacer un carajo sin que los hijoeputas, los imbéciles, los miserables, los mezquinos de siempre empiecen a echarme mierda y abran de nuevo su pestilente cloaca en mi contra. Yo importa el qué, el cómo o el cuando, a mí hay que joderme. Yo se que pueden parecer ideaciones paranoicas y el doctor Hayek y el otro que no me acuerdo siempre insistían en eso, pero les aseguro que esos miserables siempre están pendientes de lo que hago para luego hablar paja. Hago un esfuerzo extraordinario para controlar a la bestia negra y no lo aprecian, no lo entienden, quieren provocar incidentes lamentables. Al imbécil de mierda ese le insto a que me de la cara, para reventarlo. Dame la cara, hijoeputa, para entrarte a patadas; dame la cara, hijoeputa, para caerle a martillazos a tu cabezota de imbécil hasta sacarte la masa encefálica, porque estoy seguro de que así como de tu bocota sale pura mierda, pues tus sesos también huelen a mierda o son pura mierda, pero necesito comprobarlo en persona, para mayor beneficio y gloria de la ciencia y divertimento de mi persona. Lo demás, ya lo dijo un zelote, un profeta hebreo medio loco: “Y sabrás que mi nombre es el señor, cuando mi venganza caiga sobre tí”.
II
La joven médico que me atendió el miércoles, Daniela, y el cuerpo de enfermeras fueron todas muy amables, y además eran muy lindas todas, especialmente la enfermera que controlaba quien entraba o salía de emergencias y a quien tocaba inyectar, poner un suero, etc. Una chica con un rostro angelical, además de un lacio y hermoso cabello negro. Sin embargo, no pude evitar notar que cada vez que tenía que ir al baño a evacuar, arrastrando el aparatejo de donde colgaba la bolsa de suero, me daban ‘Esa’ mirada que tanto me incomoda. Y luego por supuesto, comenzaban los cuchicheos: ‘¿Porqué esta tan solo?’, ‘¿Porqué nadie lo acompaña?’, ‘¿Es que tú no sabes? El no le habla a nadie, a NA-DI-E en este planeta’. ‘Shhhhhhhh, que ahí viene…’. Ey, tampoco la vaina es así. Es cierto que tengo muy pocos amigos, pero son fieles a pesar de todo y los veo de vez en cuando. También los fines de semana veo a mi familia, la cual es bastante numerosa, por cierto. Sin embargo, no consideré necesario llamar a nadie, simplemente porque la gente no se muere de diarrea en estos días, gracias a la ciencia y los antibióticos. Solo es cuestión de que te pongan el suero, esperar a que el resultado del examen de heces diga si la infección es viral o bacteriana y luego seguir el tratamiento. Sí, estuve todo el día en una cama de la clínica con una bolsa de suero pegada a la vena, y además pasando hambre (no comí hasta las 11 PM), pero nada que ameritara alarmar a nadie y ni llamar a nadie a quejarme. Eso es de llorones y de débiles, y creo que ya expliqué mi naturaleza estoica. Además, el libro que llevé a la clínica, el ‘Diccionario Insólito’ de Luis Melnik, estaba muy bueno y me entretuvo durante la tarde. Solo me incomodé cuando llegó un paciente con un infarto al miocardio, y entonces podía escuchar el sonido del aparato que controla el pulso: pip., pip, pip, pip, pip… Ese tétrico sonido inevitablemente me recordó la noche de las noches negras, cuando murió mi padre. Antes de ser dado de alta, tuve que pararme enfrente de la habitación donde estaba el paciente infartado. Pude ver la fina y trémula línea verde en la pantalla del aparato, metáfora del delgado hilo que sostenía la vida del hombre. En la fragilidad del enfermo reconocí la mía propia, y oscuros pensamientos me asaltaron
III
Es preocupante esto de las adicciones. Como ya he explicado, debo tomar mi pastilla de Seroquel todas las noches, una hora antes de dormir. Uno de los efectos secundarios de esta pastilla es producir sueño. Cuando ha trascurrido una hora de haber tomado la pastilla, comienzo a sentir sueño, y al mismo tiempo, se me congestiona la nariz. Si por alguna razón no tengo una pastilla de Seroquel disponible, simplemente no duermo en toda la noche. Esto me ha ocurrido dos veces, la última vez en Margarita. De manera similar, si no tengo gotas para la nariz como Ninazo o Afrin, entonces tampoco puedo dormir en paz, debido a la incomodidad para respirar. El jueves en la noche fue uno de esos días. La situación se agravaba por la circunstancia de que estaba sufriendo de un ataque se asma, aunque afortunadamente, suave. Créanme: con asma, la nariz tapada y algo de diarrea es imposible dormir. Respiras, pero no respiras un carajo. Me imagino que guardando las distancias, algo así es el infierno que tuvo que sufrir el cantante Sandro, aquejado de enfisema pulmonar por muchos años, ganado a punta de 30 cigarrillos diarios. Sandro resistió esa tortura por 10 años. Yo no lo toleré ni por tres horas. Así que a las 3:20 AM., no pude aguantar más esa ordalía, por lo cual tuve que ponerme una bermuda, una franela y con toda la aprehensión del caso, salir a caminar a esa hora de la madrugada a comprar mis ansiadas gotas para la nariz. Felizmente la farmacia está muy cerca y Los Palos Grandes es un vecindario relativamente seguro (todos sabemos que no hay ningún sitio realmente seguro en Caracas), por lo cual pude comprar mis gotas sin ningún contratiempo. Luego de regresar apresuradamente y tomar mis gotas, caí rendido como un bebé. Preocupante, este escenario de adicciones. Mas aun en este país, donde no se sabe cuando va a haber dólares para la importación de medicamentos. Me imagino que los hijoeputas de siempre estarán inventando cualquier cantidad de mierda a propósito de este incidente, si es que se dieron cuenta. Y como siempre, les digo lo mismo: váyanse a joder al coño de la puta madre que los parió. Muchas gracias, la gerencia.
IV
Del cine de James Cameron se puede decir que es muy convencional y algunas veces hasta empalagoso (solo ver Titanic), pero no se puede negar que sabe contar una historia. Ambientada en un planeta llamado Pandora, que esta siendo colonizado por los codiciosos humanos solo interesados en sus riquezas minerales, Avatar es una historia que recrea el mito de la princesa Pocahontas y el descubrimiento de un nuevo mundo por parte de los europeos, solo que esta vez el drama esta localizado en un planeta extraterrestre. Como ocurre en otro filmes como ‘Duna’ o ‘Danza con lobos ‘, es un extranjero, un extraterrestre asimilado a los locales, el llamado a ser el líder esperado, el mesías que aglutine a los locales y que lidere la guerra santa contra los invasores. En nuestro caso, se trata un ex marine que por medio de tecnología futurista, se conecta con un avatar, un cuerpo generado con el ADN de los habitantes locales, los Naa’vi, una raza de humanoides azules que vive en una profunda unión mística con el bosque que los rodea. Como era de esperarse, el terrícola se convierte en el líder de la revuelta de los locales contra los humanos, que amenazan con destruir su mundo y convertirlo en un erario como es la tierra en ese escenario distópico para nuestro planeta. Con unos escenarios y unos efectos especiales impresionantes que recrean con gran detalle la naturaleza virgen del exótico planeta Pandora, avatar es una película cuyos meritos son mayormente visuales. Con todo, no se puede negar que es entretenimiento de primer orden, una película cautivadora, emocionante y visualmente espectacular. No me imagino a alguien que vea este film y que diga sinceramente que no le gustó, por mas que sea uno de esos cinéfilos intelectuales que solo ven películas de de Ingmar Bergman, de Andrey Tarkovsky o de Jim Jarmush (cineastas que también admiro y cuyas películas colecciono). El cine de entretenimiento para las masas también puede tener sus momentos de gloria, y este es ciertamente uno de ellos.
V
Esta semana comencé un curso para obtener una nueva certificación profesional, por lo cual en las próximas semanas o quizás meses deberé centrarme en el estudio para el mejoramiento profesional, y no en lo que me gusta. Es decir, nada de emperadores vesánicos, heresiarcas de Alejandría, reyes sangrientos, numenes concupiscentes, crueles batallas navales, poetas atormentados, mapas del Karakorum, batallas desesperadas por Sebastopol, biografías de actrices porno, teorías cosmológicas, libros de esoterismo, oscuras bandas de rock progresivo, santos que levitan, ni libros apócrifos de la Biblia. Cero diversión, a estudiar para la certificación se ha dicho; todo sea en aras de mejorar el curriculum y hacerlo mas atractivo, para facilitarme la tarea de irme de esta cagada de país. Ya no aguanto mas a esta gente de mierda, a sus mentiras, a su basura, a su bajeza bestial, a su abyección, su mala intención, su ensañamiento, su mezquindad. Debido la circunstancia descrita, tampoco tendré mucho tiempo para escribir mis peroratas, ni tampoco mis invectivas y diatribas contra el odiado enemigo, contra los hijoeputas de siempre, pues. De todos modos, todavía no estoy seguro sobre si en verdad me leen o es una ideación paranoica. Duda, duda de tus ideaciones me enseñó el psiquiatra. Quizás publique algunos escritos que admiro, con la venia de sus autores. Sin embargo, no esta de mas decir que me cago en la reputisima madre de todos los malditos y miserables bastardos de mierda que quieran venir a joderme. Váyanse a joder a las putas de sus madres, que se quitan más las pantaletas para culear que para mear. Como diría Georgie Bush, esto es un ataque preventivo, por si luego no tengo tiempo de escribir alguna invectiva retaliatoria contra las armas de destrucción masiva del enemigo [1].
Notas
[1] Algunas esas armas identificadas son: la mentira, la difamación, la injuria, la burla.