'Matadlos a todos, que Dios reconocera a los suyos'
Arnaut Almaric, lider de la cruzada contra los albigenses.
Sucedió el fin de semana pasado en Guarenas. Una banda de narcotraficantes contrata a un sicario para que liquide a un miembro de la banda llamado el ‘Rony’, el cual había cometido una grave falta contra la pandilla. Hasta aquí una historia ‘normal’ dentro del mundo hamponil. El sujeto contratado, luego de asesinar a su primer ‘Rony’ en una peluquería, constata que ha cometido un error. Preguntando aquí y allá, se encarga de localizar y liquidar a dos ‘Rony’ más que también vivían Guarenas entre el viernes y el sábado, solo para andar sobre seguro, dado que no conviene andar de malas con narcotraficantes. Ignoraba el sujeto de marras que ninguno de los tres asesinados era el sujeto buscado por la banda que lo había contratado.
‘Ante la duda, ampute’, dice un adagio callejero atribuido a un profesor de alguna escuela de medicina. El torpe sicario de nuestra historia decidió aplicar esa formula ciega e implacable, amputándole la vida a 3 ciudadanos que no merecían el destino de ser asesinados, y mucho menos por error. Una noticia que en otro país hubiera causado escándalo y estupor, aquí paso desapercibida, apenas un caso mas dentro del inventario del horror diario que se vive Caracas, una constatación mas del poco valor que tiene la vida en este país. Morir porque posees un par de zapatos Nike, una moto marca Yamaha y ahora simplemente porque te llamas Rony. Cualquier parecido con ‘Terminator’, aquel implacable cyborg del celuloide, y su lista de Sarah Connors a ser exterminadas, es pura coincidencia.