Un breve momento de vergüenza.
Ayer domingo asistí con familiares al tradicional encuentro de los Victorianos, que cada año se realiza el fin de semana anterior al 12 de Febrero, día de la juventud. Realmente no había mucha gente de mi generación; la mayoría de los asistentes era gente muy mayor, o eran adolescentes y niños. Vi algunas caras conocidas, evidentemente mas envejecidas, algunos calvos y otros muy canosos. Al menos yo me he salvado de esos estragos de la edad en particular, por ahora. Primero subió a la tarima la conocida cantante joropera Cristina Maica, como todos saben, Victoriana y con mucho orgullo. Luego cantó un joropero de esos que improvisan las coplas, y el sujeto era realmente muy bueno. Como acto final, el hombre cantó a capella unas conmovedoras coplas que enaltecían el gentilicio aragueño y en particular el Victoriano. Realmente me tocaron el espíritu. En ese momento recordé una barbaridad que escribí hace unas semanas sobre un artefacto termonuclear y sentí mucha vergüenza de mi mismo. El Dr. Jekyll se avergüenza de los desmanes de mr. Hyde. Típico. Sin embargo, no es descartable que la próxima semana no solo reivindique aquel infame escrito, sino que vomite algo peor. Luz y Sombra. Cielo e infierno.
Un breve tiroteo.
Eran alrededor de las 9:45 PM del lunes y estaba terminando de bañarme. De pronto escucho el particular sonido: Tac, tac, tac, tac, tac. Y sabes que no son cohetones. Y también sabes que es el sonido de una pistola 9 mm. siendo disparada. Todavía mojado, me asomo por la ventana y escucho el sonido de una sirena que se acerca, bajando por la principal de Santa Eduvigis, y justo cuando la patrulla esta pasando frente al hotel Pestana Suites vuelvo a escuchar las detonaciones: Tac, tac, tac, tac, tac. La gente en la calle se tira al suelo. Veo a alguien disparando a la patrulla de policía desde un auto grande, un conquistador o algo así. El policía que hacía de copiloto de la patrulla no se queda atrás: Tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac. Silencio. Una breve pausa para cambiar los peines rápidamente. Todo sucede como en cámara lenta, todo en slow motion, como si los choferes a propósito estuvieran conduciendo lentamente para que los que estaban disparando pudieran apuntar bien a sus objetivos. Dejo de ver al automóvil que huye y a la patrulla que lo persigue, pero puedo escuchar que el tiroteo se reanuda de nuevo en la avenida Rómulo Gallegos: Tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac. El sonido de patrulla se hace más lejano, y se vuelven a escuchar detonaciones, esta vez más distantes. Los asustados transeúntes se ponen de pie, y la vida continua. Nada extraordinario para una ciudad como Caracas.
Un breve momento de sinrazón.
Los magallaneros andan contentos porque los leones dieron la cómica en la serie del caribe. Qué cosa tan deleznable son. Piensan que si su equipo hubiera ido a la serie, la hubieran ganado, porque ellos son muy grandes. Si, seguro. Es por eso que han ganado un campeonato como en 20 años. Verdaderamente vergatarios, insuperables. Temibles como un perro chihuahua.