miércoles, 2 de diciembre de 2009

Reacciones y contra-reacciones.




“Se que siempre he sido así,
y no tengo remedio,
ni lo quiero tener”

Héroes del Silencio, La Carta.

I
He escuchado decir a más de uno por ahí, ‘Ya no lo quieren’. Siempre lo dicen en plural, como si se refirieran a un grupo de personas en específico. Yo me pregunto, ¿quienes son estas buenas gentes que ya no me quieren? Deben ser las mismas que si me querían antes, y de tanto cariño que me tenían, me lanzaron miles y miles de toneladas métricas de mierda y me volvieron pulpa. Eso era puro amor. Amor en camionadas. Montañas de amor. Pero como ya no me quieren, eso quiere decir que ahora no me lanzarán más mierda, su mierda de amor. ¡Albricias, ya no me quieren! ¡El Dios de Israel ha escuchado el clamor de un hombre sincero y justo! Este podría ser el día más feliz de mi vida, pues como dice el saber popular, hay amores que matan.

II
También oí decir a una mujer en la urbanización de El Consejo que yo era ‘Un demonio’. Un momento ahí, mi querida señora. Entiéndese como un demonio, a un espíritu o un ser sobrenatural que puede influir negativamente en la conducta humana. Nada más lejos de mi espíritu que intentar influir negativamente en nadie. Yo quiero influir positivamente en la conducta (in)humana, para que ciertos demonios (in)humanos reflexionen sobre sus conductas reprobables y su incivilidad. Lo que pasa es que con mi vehemencia, mi pasión, mi exaltación, quizás cometa algunos excesos, excesos que son excusables dada la naturaleza demoníaca de quienes deben recibir el mensaje. No puedes comunicarte con una bestia usando el pétalo de una rosa, necesitas de un látigo y una silla al menos. Muy al contrario a la naturaleza diabólica que me atribuye esta despistada señora, yo soy la ira, el puño de Dios, ‘Der zorn gottes’ pues, como diría Werner Herzog.

III
Al entrar al edificio donde vivo en Caracas, me encuentro con tres guevones caminando de frente hacia mí. Noto que me miran de cierta manera en particular, como si me conocieran. Cuando ya están a mis espaldas, uno de ellos comenta:

-¡Que bolas tiene ese carajo!, ¿viste lo que escribió?

Aleluya, me hicieron el día. Ahora saben lo que pienso. Por cierto, es verdad que tengo bolas en escribir ciertas barbaridades, pero más bolas tienen quienes piensan que no tengo derecho a expresar mi justa ira, mi justa indignación, mi justa furia. “Be angry. It's good to be angry, it's healthy” dijo la norteamericana Maya Angelou luego de los atentados del 11 de Septiembre. Así mismo, me permito citar lo que dijo Oriana Fallaci en su último escrito: “Lo que tenía que decir, lo dije. Me lo han ordenado la rabia y el orgullo. La conciencia limpia y la edad me lo han permitido”.

IV
Debo entrar por una puerta X, y noto que hay una señora, mal encarada y fumona, por cierto, sosteniendo la puerta para que permaneciera abierta. Al verme pasar, hace un gesto de desagrado y voltea la cara. ¡Hosanna en el cielo! Ahora nos entendemos. La repulsión es mutua, más no simétrica. Hay algunos seres por ahí, que me resultan tan despreciables, cuya presencia es tan profundamente repulsiva para mí, que el solo hecho de su cercanía o el hecho de escuchar su voz o sus risas me produce naúseas, eso sin contar la acidez, gastritis, colitis y diarreas. Literalmente, me enferman. Es por eso que ahora como solo, en un restaurantito por ahí. Santo remedio. Se acabaron los problemas gastrointestinales y ahora evacúo con la precisión de un reloj suizo todas las noches a las 8:00 PM. Ojos que no ven, corazón (y tripas) que no sienten, dicen.

V
Una chica comenta en voz baja: ‘Nadie sabe lo que quiere’. Luego de haber explicado tan claramente lo que quiero, hay que ser verdaderamente imbécil para hacer tal aseveración. Lo único que yo pido en la vida es que me dejen en paz, tranquilo. Basta de mierda contra mi persona. Basta de infamias, de mentiras. Basta, Basta, Basta. YA BASTA. Adicionalmente, me gustaría tener una cabaña en una locación muy remota, lejos de la mal llamada ‘Civilización’. La verdad sea dicha, ya he visto demasiada vileza. Ya no creo en esas ilusiones juveniles sobre la bondad de la humanidad, la hermandad de los hombres, el sentido de comunidad y demás babiecadas y castillos de arena. Yo quería creer en esos valores, pero los hechos me convencieron con contundencia de la necesidad de olvidarlos para siempre. Ahora creo en la docta conclusión a la que con razón llegó el historiador francés René Grousset: “Después de Dachau, después de Buchenbald, después de Auschwitz, -yo añadiría de Hiroshima y de Vietnam-, no tenemos ya derecho de abrigar ilusión alguna sobre la fiera que duerme en el hombre”.

VI
Otro mas por ahí dijo en voz alta: ‘Ese carajo está loco’. Puede haber un germen de verdad en esa aseveración, y eso lo atestiguan los 300 mg de Seroquel y los 50 mg de Sertralina que debo tomar diariamente. Sin embargo, soy más lúcido, más autoconsciente, más coherente, más perspicaz, más civil, más respetuoso, mas controlado, más decente que ese fantoche. No solo la verdad, la razón y la justicia me acompañan: También tengo superioridad moral, espiritual e intelectual sobre los de su calaña. Conozco bien a esos monos aulladores: solo son capaces de producir mucho ruido y pocas nueces. Incapaces de hilvanar un discurso lúcido y coherente, se limitan a balbucear las dos o tres palabrejas con que me califican, o a repetir como una letanía su festival de ignorancia, de estupideces y de lugares comunes. Perros famélicos ladrando en la medianoche. En esos casos, lo mejor es cerrar la ventana para que no entre el molesto ruido, y seguir durmiendo en paz.

VII
Pero quizás lo más increíble y al mismo tiempo lo más ofensivo que he escuchado por ahí, es que todavía digan que yo miento o que existen razones ocultas por las cuales he escrito lo que he escrito. Realmente increíble, insólito. Luego de desnudarme a campo abierto, luego del acto público de auto-desollamiento en el cual me he despojado de mi piel y le he mostrado mi carne y mis huesos al mundo, todavía dicen que miento. A mí, que soy transparente como el aire. En el hombre en búsqueda del sentido, Viktor Frankl decía que cuando los guardias de Auschwitz golpeaban a los prisioneros sin razón alguna, el sentido de la injusticia les afectaba más que el dolor causado por golpe en sí. Doy fe de que esto es verídico. El sentido de la injusticia me indigna más que la mentira en sí. Para qué responder a estas gentes, ¿Acaso le responderíais los rebuznos a un asno?, le preguntó el buen Sócrates a un alumno. A estas gentes las conmino a que pacíficamente pasen de largo y salgan por la puerta que está en el fondo, a la derecha, que es la puerta por donde saco la mierda y la basura. Salgan en fila y ordenados, como lo que son: Asnos acarreando cestas de mierda. Muchas gracias, la gerencia.

Malas Intenciones (Héroes del silencio).
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No me importa lo que pienses
sin duda no me entero ya.
tus costumbres se me pierden
entre arrumacos y amabilidad.
ahora sé que no comprendes,
no tenemos nada en común.
si supiera al menos lo que quieres,
no me obligues a cambiar mi actitud.

no quisiera utilizar
tus intenciones,
y, quisiera no pensar
más de un segundo en ti.

me comentan lo que haces,
uno a uno me hablan mal de ti.
nadie quiere hacer ya las paces,
no podría continuar así.
y ahora sé que no comprendes,
no tenemos nada en común.
si supiera al menos lo que quieres,
no me obligues a cambiar mi actitud.

no quisiera utilizar
tus intenciones,
y, quisiera no pensar
más de un segundo en ti.

no quisiera utilizar
tus intenciones,
y, quisiera no pensar
más de un segundo en ti,
más de un segundo en ti,
más de un segundo en ti ...