miércoles, 17 de septiembre de 2008

En el Pais de los mil tarantines

“El desafuero de los habitantes afeaba la fama de aquella
tierra amena, vestida de flores, rota por manantiales
ariscos, amada por la nube de gasa y el sol paternal ….El
Dios los castiga engrandeciendo la riqueza de la tierra que
mancillan. La nutre de tesoros fatales que son desvelo de
la codicia, que dividen al pueblo en airados bandos de
ricos y pobres. Los nuevos dones infestan de odios
vengativos y pueblan con huesos expiatorios. “

José Antonio Ramos Sucre.

En país de los mil tarantines.

Tenía tiempo que no caminaba por el centro de Los Teques. Quizás demasiado tiempo. Una consecuencia inevitable de pasar un largo periodo sin ver a algo o a alguien, es que guardamos una versión congelada en el tiempo de ese objeto y a veces hasta lo idealizamos, de tal manera cuando nos encontramos con eso o ese alguien nuevo, solemos detectar de inmediato todos los cambios sucedidos durante el tiempo transcurrido. Cada detalle nuevo, cada omisión en el objeto actual es contrastado con aquella otra versión cuasi-platónica que teníamos en la memoria. En el caso de Los Teques, esta experiencia me sirvió como terapia de shock y como revulsivo para una reflexión sobre nuestro devenir como país.

Al apenas arribar a la capital Mirandina, me doy cuenta de que los puestos de buhoneros y el caos no me dejan reconocer las calles, y ante la abrumadora evidencia del cambio, decido dar una gira exploratoria por esas regiones ahora desconocidas y hostiles. Tarantines de buhoneros en todas partes y direcciones, montones de basura en las calles, ruido, dificultad para caminar en la acera, un verdulero tira unas cebollas al pavimento, al lado una señora vende unas franelas con los “Tres fantásticos” de la revolución, mas acá suenan estridentes Wisin y Yandel el dúo de la historia, un menesteroso con alguna enfermedad en la piel extiende su mano en suplica, un señor vende copias de CD’s, en suelo de una carnicería reposan dos perros macilentos rodeados de moscas, un ferretero ambulante vende herramientas chinas de dudosa calidad, al lado una señora vende mustios plátanos, un vendedor de perros calientes le sirve a dos clientes, un perro famélico y un mendigo se disputan las sobras, un señor vende pilas marca ‘SQNY ‘y relojes ‘Swass’, un demente pasa sin zapatos y dejando un rastro de sangre en la acera, los moto taxistas observan, mas adelante siento un penetrante olor a orines, dos mangos podridos me saludan desde la acera, el pequeño hijo de una buhonera llora, dos lateros intercambian denuestos en disputa por un lata de refresco, un buhonero ríe abjectamente ante la escena, un sudoroso vendedor de maltas pasa con su carrucha, al frente venden video copias de dibujos animados y películas porno, una muchacha inspecciona unas diminutas panties, un vendedor de pinchos nos sofoca con su humo, las bocinas de los autos sueñan estridentes, y Don Omar les responde “A Ella le gusta la gasoliiiiiinaaaa …….”.


Cuando era estudiante, tenia que pasar por Los Teques en mi transito diario hacia el IUT-RC y de regreso a casa, y recuerdo que esta ciudad no era un sitio tan hostil, la transmutación en algo mucho peor, el cambio hacia este arrabal sucio e irredento en los últimos 10 años ha sido obvio, contundente. Pero solo hablo de Los Teques, cuando en realidad podemos constatar con estupor y resignación que este paisaje desolador, que esta visión pesadillesca, que este proceso de degradación del espacio urbano se repite en muchas ciudades mas: Caracas, Valencia, Maracay, Cagua, La Victoria, Porlamar ……
Extrapolando, podemos asumir que este transito hacia la suciedad, el hacinamiento y la fealdad en los centros urbanos ha sido un proceso nacional. Y no nos mintamos, ni idealicemos el pasado: Los Teques nunca fue Utrecht, ni la avenida Bolívar de Maracay nunca se pareció a Queen Street en Toronto. Pero al menos había un decoro, un modesto esfuerzo para mejorar los espacios públicos, una idea, un esbozo del futuro que queríamos tener. ¿Como fue que llegamos a ser esta colección de estercoleros sin que nos dieramos cuenta? ¿En que momento le cayo el bachaco al país?

Cuando buscamos respuestas al porque de este salto cuantico hacia atrás en todos los aspectos de lo que el profesor Blanco Muñoz llama ‘Este ex-país’, no hace falta hurgar mucho. Cuando el discurso político dominante, cuando la idea del país posible que se propone se basa en gallineros verticales, en la ruta de la empanada, en invasiones a fincas productivas, expropiaciones de empresas o en cultivos de cebollas en la Av. Bolívar de Caracas y cuando personajes oscuros y mediocres como Lina Ron, el ‘Canciller’ maduro, Freddy Bernal o la comandante fosforito son el modelo a seguir por millones de Venezolanos en la pobreza que todavía creen en el mensaje mesiánico, demencial y destructivo de Hugo Chávez, y cuando además al grueso de la población se le ha inculcado la idea de que los derechos humanos consisten en hacer lo que a mi me de la gana, el resultado no podía ser otro. La degradación física de nuestras ciudades es la manifestación de la degradación del discurso político dominante y por ende del ideal del país que debemos ser. Nuestro referente nacional es llegar a ser una mezcla de la redoma de Petare con Calcuta y algún barrio paupérrimo de La Habana, basado en un mezclote ideológico de Ezequiel Zamora, Maisanta y el Che.

Tomemos como termómetro a La Victoria, Edo Aragua: hace 15 años la zona industrial de esta otrora pujante ciudad industrial producía 22 mil empleos. Hoy en día apenas se producen 3 mil puestos de trabajo. La una vez orgullosa avenida Loreto ahora no es mas que una mini versión de la avenida Baralt de Caracas, caminadoras y travestís incluidos en las noches. ¿Qué paso con La Victoria? O mejor dicho: ¿Qué paso con todas esas empresas que generaban empleo y prosperidad? La respuesta es fácil: Todas fueron a la quiebra o dejaron el país, ante la inseguridad legal, y la incertidumbre económica, política y social que campea en este pobre ex-país. ¿Qué hace ahora toda la gente que laboraba en esas empresas? Aparentemente son taxistas o se venden unos a otros mercancías, en una especie de regreso al regreso al trueque indigenista, endógeno y revolucionario: Yo te vendo dos paquetes de harina Pan, y tú me pagas con un par de medias. Recuerdo un señor chavista que ante la carencia de otras opciones, vendía bolsitas con pedazos de mago verde salado en la plaza Campo Elías y ante las inquisiciones de un amigo sobre el porque de su filiación política, se atrevía a proclamar que “Con hambre y desempleo, con Chávez me resteo”. El vértigo, el asombro, el estupor.

Pero no hay mal que dure cien años, ni país que lo resista. Cuando la nación se despierte de esta insensata borrachera de petrodólares, constatara con amargura, remordimiento, con tristeza, que tuvimos mas dinero que nunca, y sin embargo tuvimos el improbable talento para desperdiciarlo y además hacernos mas pobres aun. Mientras tanto, el país seguirá en este proceso de degradación, en esta indetenible conversión hacia una paisaje mierdero y lamentable, en medio de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia. Me consuela saber que al menos existen algunas burbujas intocadas, algunos enclaves de la clase media y universitaria que han resistido el embate de este cáncer destructivo, de esta mancha roja que todo lo estropea y afea. Por ejemplo, muy cerca de Los Teques, San Antonio de los Altos sigue siendo San Antonio de los Altos y los gallineros verticales no les han llegado a la cabeza, muy a pesar de Diosdado Cabello y sus secuaces. Que Ya lo dijo mi amigo y ex colega Juan Manuel Esquivel cuando lo llevamos a conocer el limpio y ordenado suburbio de Ámsterdam donde se le había asignado apartamento: “Amstelveen es como San Antonio”. Precies mijn vriend, precies, y el parecido no solo es físico: Para que un castillo exista en este mundo, primero tiene que existir como idea en la cabeza de alguien. Y los castillos del espíritu tienen la ventaja que son muy difíciles de derribar por cualquier bachaco, Diosdado o mancha roja.


PD: Estas líneas fueron escritas en Julio, y dos meses después, no puedo sino confirmar lo dicho. Hace dos semanas padecimos dos días sin electricidad y una semana sin agua, simple verificación de que el país se cae a pedazos. Dos días después Chávez intenta justificar esto diciendo que el crecimiento industrial y comercial del país es tan acelerado, que sobrepasa la oferta del sector eléctrico. Me pregunto que pensaran de esa absurda explicación aquí en La Victoria los ex–empleados de la FIAT o de Productos Royal, por nombrar dos ejemplos.